LOS ARBITROS Y SU CLASIFICACION


El árbitro que no ve nada. Se considera a sí mismo un amante del juego rápido. Parece haber extraviado el silbato y lo pasa todo por alto. Adorado por los partidarios del fútbol recio.

El concertista del silbato El pitador crónico lleva su Júpiter Tonante entre los dientes como si fuera una prótesis. Muy odiado por los hinchas, no pasa por alto ninguna infracción, por mínima que sea, fragmentando el juego con mil interrupciones irritantes. Adorado por los partidarios del juego blando.

El árbitro casero. Para él, cualquier falta salvaje perpetrada por el equipo de caso no es más que una falta leve y entusiasta tarascada. Sabe que el conjunto visitante está formado por un hatajo de vándalos que se comportan como tales. Por lo general es hombre nervioso, tímido, inconsistente e inquieto. Padece la peor enfermedad que puede sufrir un árbitro: el deseo de ser amado.

El maestro de escuela Trata a todos los jugadores como a desobedientes colegiales. Les dedica miradas paternalmente sarcásticas cada vez que puede. Cuando les amonesta, insiste en gritarles: ¡Venga usted aquí!, haciéndoles señas de un modo ridículo. Propenso a gesticular y a impartir reprimendas. Particularmente detestado por todos los jugadores.

El árbitro ostentoso De atuendo inmaculado, siempre sabe dónde están situadas las cámaras de televisión. Ejecuta floridos ademanes y a menudo representa las faltas con gestos de mimo. Parece haber practicado el arte del ballet y se dice que lleva laca en el pelo.

El árbitro chistoso Se las sabe de todas y cree que el humor es la mejor arma para eludir situaciones potencialmente explosivas. Por lo general es un veterano y tiende a realizar atléticas carreras que no tan viejo. Casi siempre sonríe cuando amonesta severamente, incluso cuando replica a los impulsivos con sus mismas palabrotas. El predilecto de los jugadores.

El árbitro perfecto Firme justo. Contenido pero tajante. No le inmutan los accesos emocionales ni los ladridos de la multitud. Indiferente a las súplicas porfiadas, es capaz de distinguir entre una zancadilla y una zambullida a una distancia de 50 metros. Una especie rara, pero aún no extinta.

El arbitro Localista. Es aquel que solamente aplica bien el reglamento al equipo visitante, no tiene el mismo criterio en apreciaciones de faltas. Cuando su decisiones es determinante en el resultado del juego a favor del equipo local.

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