LA PERSONALIDAD LO DICE TODO

La personalidad no es más que el patrón de pensamientos, sentimientos y conducta que presenta un árbitro y que persiste a lo largo de toda su carrera, a través de diferentes situaciones. Es decir son aquellos aspectos que distinguen a un silbato de cualquier otro, y en este sentido es su principal característica. La personalidad, en general, manifiesta que el comportamiento, es congruente a través del tiempo y de las situaciones. Según esta perspectiva, un árbitro agresivo tiende a ser agresivo en una amplia gama de situaciones.
Elementos generales
La personalidad de un árbitro esta conformada por tres elementos generales, el primero es la constitución es decir es el conjunto de aspectos exteriores e interiores de base hereditaria, el arbitro no nace con una personalidad nace con cierta dotación que condicionara en desarrollo posterior; el segundo, el temperamento se nace con el y es la forma de reaccionar frente a las emociones y cambios de humor y el ultimo es el carácter que es la manera mas individualizada y distintiva del modo de ser y comportarse de un arbitro en particular.
La buena personalidad.
La personalidad psicológicamente sana y equilibrada tiene las siguientes características, es flexible, se trata de árbitros que saben reaccionar ante las situaciones y ante los demás de diversas formas. Es decir, poseen un repertorio amplio de conductas en vez de comportarse de un modo rígido e inflexible; lleva una vida más variada realizando diversas actividades en vez de centrar su vida alrededor de un mismo tema; es capaz de tolerar las situaciones de presión y enfrentarse a ellas y no se viene abajo ante las dificultades y contratiempos y; su forma de verse a sí mismo, al mundo y a los demás se ajusta bastante a la realidad.
Rasgos diferentes
La personalidad de los árbitros difiere en varias características o rasgos, tales como, dependencia, ansiedad, agresividad y sociabilidad. Todos poseemos estos rasgos pero unos en mayor o menor grado que otros. Desde luego es imposible observar los rasgos directamente, no podemos ver la sociabilidad en el árbitro del mismo modo que vemos su cabello largo, pero si el árbitro pita y trata bien a los jugadores y crea una empatia en todos los partidos, podemos concluir con que ese juez posee el rasgo de la sociabilidad.
Categorías de la personalidad
Existen cinco categorías de personalidad y son extroversion, amabilidad, dependencia, estabilidad emocional y cultura e inteligencia todos los árbitros puede incluir su personalidad en cualquiera de esta categorías. No obstante un árbitro también puede tener en la suya características de los diferentes tipos. Para terminar algunos creen que la personalidad es hereditaria y otros atribuyen el papel fundamental al medio ambiente, en definitiva la personalidad es lo que los hace diferentes de los demás y por la misma es que cada árbitro tiene una personalidad única.

PARA QUE NO DUDE DE SU AUTORIDAD


La autoridad es la facultad que tiene un árbitro para ordenar, imponer su punto de vista y hacerlo respetar por parte de los jugadores. Así, cuando el silbato tiene “autoridad” está acreditado a ejercer un determinado poder dentro del campo de juego, esta potestad se la da el reglamento, su profesión y la Comisión a la que pertenece, no obstante la obediencia por parte de los deportistas es esencial para ponerla a prueba y para que estos acepten sus mandatos específicos, es decir, al árbitro le hacen caso porque demuestra que sabe mandar.
Tipos de autoridad
La autoridad de un árbitro se puede clasificar en jurídica y moral, la primera se impone por obligación y se divide en lineal, personal y funcional, se denomina autoridad de línea la que detecta el silbato para dirigir las acciones de un jugador; la personal se da cuando es delegada progresivamente a terceros, un ejemplo es, el árbitro confía a sus asistentes ciertas situaciones específicas; y la funcional es la que tiene al desempeñar su función. La autoridad moral es la que se impone por convencimiento y se clasifica en técnica, que se da por lo el árbitro ha estudiado, aprendido o por experiencia; y la personal por sus actos de vida o por su vida ejemplar.
Autoridad y poder
La autoridad es un derecho cuya legitimidad se basa en la posición que tiene la figura del árbitro en los partidos. El poder, se refiere a la capacidad de un individuo para influenciar decisiones, por lo tanto, " la autoridad es parte del concepto ampliado del poder, esto es, la habilidad de persuadir en las decisiones soportada en la categoría legítima de un individuo”; sin embargo, no es necesario tener poder para intervenir en una acción, como ejemplo de lo anterior se puede decir que el árbitro asistente tiene autoridad para facilitar y ayudar al desarrollo normal de un partido, pero no tiene poder para imponer su criterio.
Obediencia vs autoridad
La obediencia es esencial para que se ejerza la autoridad, en el caso del arbitraje, el árbitro tiene que encontrar las herramientas para que los jugadores acaten sus mandatos específicos, aunque por el hecho de ser designado ya tiene ganado el 50%. En el caso concreto esta autoridad, en el sentido indicado puede descansar en los más diversos motivos de sumisión, que se dan por habituación o por arreglos afines, es decir, quien juega fútbol de salón sabe de antemano que quien domina es el silbato, al árbitro le hacen caso porque tiene autoridad, demuestra que sabe y lo más importante que sabe mandar.

Como se consigue
Un árbitro tiene cinco formas de adquirir la autoridad en los partidos por parte de los jugadores; la primera es por el medio legítimo, esto es acertando en las decisiones técnicas y disciplinarias; la segunda es por medio de la coerción, algunas veces el árbitro tiene que recurrir a la amenaza y a las sanciones; la tercera es la recompensa que no es otra cosa que darle al jugador algo que el valore, por ejemplo, la amistad y el apoyo para la superación; la cuarta, es por medio de la experiencia, el conocimiento, los años de aprendizaje o el conocimiento específico sobre el arbitraje, le conceden el poder de experto; y la quinta por medio de un referente, si un árbitro admira a otro con el que se identifica hasta el punto de moldear su comportamiento o actitudes, este último es quien referencia el sentido de autoridad.

Recomendaciones útiles
En un partido, el silbato carismático puede influenciar a otras personas ya sean estas sus superiores, iguales o subordinados, la autoridad se debe demostrar e imponer con respeto de esta manera no importa quién es el participante del partido. Por otra parte los encuentros no se debe confundir en autoridad con autoritarismo, es decir, al jugador hay que reprimirlo, pero también hay que darle libertad; por último, un árbitro debe separar la autoridad privada o personal de la autoridad deportiva y no mezclar ninguna de estas en su vida diaria.

CUALIDADES DE UN BUEN ARBITRO


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Aunque el arbitraje requiere conocimientos técnicos, hay sin duda un arte en el hecho de ser un árbitro de prestigio. Y el arte que exhibe un árbitro durante la competición depende, en gran medida, de sus cualidades personales.

Podría aceptarse que estos rasgos definitorios del buen árbitro se han definido y usado ampliamente como criterios para la evaluación de árbitros. Pero si 100 expertos en arbitraje de distintos deportes remitiesen sus listas de cualidades arbitrales y el orden de preferencia entre
ellas, puede que nos encontrásemos con100 listados y preferencias distintas. Por lo tanto, no vamos a dar un orden de prelación en las cualidades de un buen árbitro ni a proporcionar una lista exhaustiva de esas cualidades esenciales.

Vamos pues, teniendo en cuenta los resultados de las últimas investigaciones, a resumir aquellas cualidades que tienen en común los árbitros de prestigio.

♦ FIABILIDAD
♦ COMUNICACION
♦ AGILIDAD DECISIONAL
♦ ELEGANCIA
♦ INTEGRIDAD
♦ SENSATEZ
♦ CONFIANZA
♦ MOTIVACION

Una vez se hayan descrito estas cualidades nos referiremos al modo en que se relacionan con destezas psicológicas específicas y las técnicas empleadas para desarrollar estas destrezas.

1. FIABILIDAD

Deportistas y entrenadores esperan actuaciones fiables por parte de los árbitros: sus decisiones deberían ser las mismas en situaciones idénticas o similares, y deberían aplicarse las mismas normas a ambos contendientes. Con frecuencia jugadores y entrenadores critican -y hasta se encolerizan por- la falta de coherencia. Los propios árbitros reconocen la importancia de la fiabilidad en su cometido.

Problemas de falta de fiabilidad

La experiencia ha demostrado que la falta de fiabilidad genera entre otros los siguientes problemas:
♦ Los jugadores están siempre intentando adivinar lo que está permitido y lo que no lo está.
♦ Los entrenadores se sienten frustrados y desconfian de la competencia de los árbitros.
♦ Los árbitros intentan "equilibrar" los errores, con lo que pueden sancionar a un jugador o equipo en función de los errores arbitrales previos.

Los jugadores no saben qué esperar cuando un árbitro vacila en su toma de decisiones. Si un árbitro ignora una falta en un momento, pero sanciona la misma falta posteriormente, los deportistas y entrenadores se sienten confundidos. Esta incertidumbre conduce con frecuencia a
ansiedad, frustración, ira, e incluso algún comportamiento físico negativo por parte de aquellos que se sienten perjudicados.

Una de las principales amenazas a la fiabilidad es la tendencia de los árbitros a aplicar la compensación. Cuando se les pregunta a los árbitros. "¿Cuando dirige un encuentro, intentan compensar cuando se dan cuenta de que han cometido un error en contra de un equipo?" la gran mayoria contesta afirmativamente. A simple vista, parece justo que así sea; sin embargo, si se
intenta equilibrar la balanza sólo se consigue empeorar la situación pues el partido queda desfigurado al adoptar decisiones incorrectas de forma deliberada.

En busca de fiabilidad

La auténtica fiabilidad proviene, no de intentar compensar los errores sino de
aplicar uniformemente las reglas a cada una de las acciones del juego. No se dan dos
situaciones competitivas exactamente iguales; corresponde al juez árbitro la aplicación uniforme en todo el partido. De esta forma se asegura el que las decisiones del árbitro sean consideradas fiables y justas. En resumen, las decisiones e interpretaciones sensatas son las fuentes principales de fiabilidad.

Esta fiabilidad dentro del partido, que incluye la interpretación uniforme de las reglas del juego en un sólo partido, es de vital importancia para un arbitraje eficaz. Sin embargo, no es menos importante la fiabilidad arbitral entre partido que supone la aplicación de las reglas de forma correcta y similar partido tras partido.

Para alcanzar la fiabilidad necesaria para arbitrar a alto nivel se requieren dos premisas. La primera implica demostrar una buena técnica, conocer el reglamento y exhibir las cualidades descritas anteriormente. Muchos árbitros resultan poco fiables simplemente porque no dominan suficientemente la interpretación del reglamento, el posicionamiento en el campo o las técnicas específicas del arbitraje. Debemos corregir las deficiencias en estas áreas para poder lograr fiabilidad en nuestra actuación arbitral.

La segunda premisa para alcanzar un alto nivel de fiabilidad arbitral tiene que ver con las destrezas mentales y emocionales. Un arbitraje fiable requiere un estado mental estable. Los altibajos en la actuación suelen estar asociados a fluctuaciones psicológicas. La capacidad para conseguir el marco psicológico adecuado y mantenerlo durante el partido resulta fundamental para ser un árbitro eficiente.

2. COMUNICACION

La comunicación es la cualidad de relacionarse con los demás de manera efectiva. Es deseable una buena comunicación con los demás en cualquier faceta de actuación humana y quizás
todavía más importante en el arbitraje. Los árbitros deben intentar establecer una buena comunicación con deportistas y entrenadores. Como árbitros, no estamos intentando ganar un concurso de popularidad, pero tampoco estamos para buscarnos enemigos. La clave para
establecer una buena comunicación es la comunicación efectiva. Si nos comunicamos de manera efectiva con deportistas y entrenadores, muy probablemente colaborarán con nosotros y no cuestionarán nuestras decisiones.

Los árbitros tambien podemos mejorar la comunicación si tratamos a deportistas y entrenadores con cortesía y respeto. Y deberíamos esperar el mismo trato por parte de jugadores y entrenadores. Aunque debemos ser cordiales cuando arbitremos, tambien debemos mantener una cierta distancia ante los participantes para desvanecer cualquier posible duda acerca de
posicionamiento partidista. Seremos accesibles y receptivos antes sus preguntas y quejas, pero no permitiremos que se altere el ritmo del partido por observaciones continuadas. Evitemos los largos comentarios y reanudemos el encuentro lo más rápidamente posible.

3. AGILIDAD EN TOMA DE DECISIONES

Las decisiones de un árbitro debieran producirse simultáneamente a la acción observada, o inmediatamente después. Ello no significa que se adopten decisiones sin dudar. Puede que sea preciso esperar un instante para captar en su totalidad lo que se acaba de ver. Pero una pausa
excesivamente larga da a los jugadores y entrenadores la impresión de incertidumbre, por lo que es más probable que formulen quejas si se adopta con retraso una decisión.

Las decisiones no se hallan sujetas a protestas formales. Por ello, se puede evitar la controversia si sancionamos con celeridad y decisión. Y cuanto más próximos nos hallemos, de mayor importancia resulta la agilidad en la toma de decisiones. La duda tan sólo acarreará preguntas y controversia. Hace falta una decisión clara, tajante, que dé la impresión de que el árbitro está
totalmente seguro de lo que ha visto.

4. ELEGANCIA

La competición deportiva suele ser emocionante, y la acción se desarrolla a un ritmo rápido y en constante cambio. Además, dada la importancia que el Futbol de Salón está adquiriendo en nuestra sociedad, no es extraño que las emociones y tensiones de deportistas, entrenadores y espectadores suban de tono, sobre todo en las fases iniciales y finales de la competición.

Un árbitro debe mantenerse sosegado y con aplomo, con independencia de lo que ocurra. Aunque no necesariamente se puedan controlar las emociones de los demás, se espera de nosotros que
tengamos control sobre nuestras emociones sin dejarnos influir por las circunstancias.

La mayoria de los árbitros, manifiestan de forma generalizada que actuan mejor cuando son capaces de mantenerse calmados y relajados. La capacidad para mantenerse relajado es extremadamente importante para los árbitros porque con frecuencia se siente la presión por parte de entrenadores, jugadores y aficionados. Con independencia de lo bien que arbitremos, siempre tendremos insatisfecho al 50 por ciento de los entrenadores, jugadores y espectadores. Y sin embargo, hay árbitros que intentan quedar bien con todos. Dicho enfoque resulta inútil y perjudicial. Dar excesiva importancia al hecho de sancionar adecuadamente en todo momento tan sólo conseguirá hacernos demasiado autocríticos e incrementar las posibilidades de abandono de la actividad.

Una parte de la relajación consiste en no tener miedo a los errores, desagradar a la gente o perder el control. Cuando los árbitros describen sus mejores actuaciones, recuerdan no haber tenido miedo al sancionar o a sentirse criticados por entrenadores o jugadores; al contrario,
dicen sentirse en calma y tranquilos interiormente. Cuando la mente no se preocupa de las consecuencias negativas del error, puede centrarse de lleno en la tarea que tiene asignada.

Los árbitros debemos mantener el autocontrol en todo momento, especialmente en los momentos de gran tensión, cuando es probable la aparición de peleas, lesiones, faltas y brotes de violencia. Un árbitro que se mantiene con aplomo y control de sí mismo, a la vez que muestra su
asertividad y liderazgo, evita que tales situaciones se conviertan en incidentes graves. En los momentos de tensión, nuestros gestos y movimientos deberían ser, siempre que ello fuera posible, más pausados. Aunque es normal que exista un cierto grado de emoción mientras arbitramos, es muy importante que tengamos nuestras emociones y acciones bajo control, para que no se resienta nuestra efectividad arbitral.

5. INTEGRIDAD

La integridad supone dirigir un encuentro de una manera imparcial, honesta, con independencia de las reacciones mostradas por jugadores, entrenadores o espectadores; del tiempo que falta para el final; del resultado; de las decisiones anteriores o de cualesquiera otras fuentes de influencia. La mejor garantía para mantener nuestra integridad es dejarnos llevar por el refrán
"cuanto más amigos, más claros" ( o "pita lo que veas").

Es extremadamente importante que protejamos nuestra integridad dentro y fuera del terreno de juego. Aunque seamos conscientes de nuestra responsabilidad cuando arbitramos, tambien debemos preocuparnos de que se respete nuestra integridad fuera del terreno de juego. Por
este motivo, no debemos airear nuestras opiniones acerca de los jugadores o equipos a los que se pueda dirigir en el futuro, y jamás apostar acerca del resultado de un encuentro que pudiésemos dirigir, por ínfima que fuese la apuesta. Finalmente, revelamos nuestra integridad a través de las designaciones que rechazamos. En lo posible no aceptemos un nombramiento que pueda comprometer nuestros valores, como podría serlo en una situación en la que un amigo íntimo o un familiar participe como jugador o entrenador.

6. SENSATEZ

La sensatez se inicia con una comprensión completa y minuciosa de las normas que rigen nuestro deporte. Una vez establecido, el conocimiento de las reglas de juego puede servir de guía para
determinar la legalidad del juego. Después, la sensatez obtenida con la experiencia nos
permitirá afrontar las demandas de las distintas situaciones arbitrales. Aquel árbitro que continúa estudiando el reglamento y se sirve de experiencias arbitrales para la mejora personal, es muy probable que se convierta en un árbitro competente. Debemos practicar repetidamente dirigiendo encuentros para mejorar en sensatez, al igual que un atleta precisa ejercitar unas
técnicas que le permitan desarrollar destrezas físicas.

Cuando los árbitros describen ejemplos de situaciones en las que han actuado con sensatez, citan inevitablemente que estaban:

♦ totalmente centrados en el partido o evento
♦ ajenos a las distracciones, o capaces de apartarlas de forma efectiva.
♦ despreocupados acerca de las decisiones tomadas con antelación y de las reacciones subsiguientes de las personas implicadas.

Los buenos árbitros saben que los pensamientos intrascendentes les restan efectividad. Un lapso en la concentración puede determinar una decisión desacertada que marca la diferencia entre ganador y perdedor. Muchos acontecimientos deportivos duran 2 ó 3 horas, por lo que no
es tan fácil mantenerse concentrado en todo momento. Afortunadamente, la concentración es una destreza que puede practicarse y fortalecerse.

7. CONFIANZA

Los árbitros competentes tienen confianza en sí mismos y en sus habilidades. Esta autoconfianza trasciende a cualquier partido o situación. Los árbitros que tienen confianza en sí mismos mantienen el control frente a la adversidad. Ello no significa que no experimenten sentimientos de duda, pero no les lleva a perder la confianza en sí mismos porque hayan tomado una decisión
errónea o hayan experimentado otros reveses. Todos los árbitros tenemos recuerdos de partidos que nos gustaría olvidar, pero los árbitros con confianza no permiten que esos recuerdos afecten a su especial creencia de que son buenos en lo que hacen. En dos citas de árbitros veteranos se destaca el papel primordial que juega la confianza en un arbitraje de calidad.

Un árbitro dijo:

"Si uno no tiene confianza en sí mismo, es mejor que no se presente.
Los entrenadores y jugadores apreciarán en seguida al árbitro que
tiene poca confianza en sus decisiones e intentarán sacar ventaja de la
situación. Yo siempre trato de infundir una actitud y enfoque confiados cada
vez que arbitro. Sin la confianza en uno mismo es difícil obtener el respeto de
los entrenadores, jugadores y aficionados."

Otro árbitro opinaba de igual forma y afirmaba:

"La diferencia entre sentirse confiado o no mientras se arbitra radica en que no se
duda cuando se tienen que tomar decisiones rápidas e importantes.
Simplemente se actúa haciéndolo lo mejor que se sabe."

Aunque la confianza indudablemente puede ser difícil de obtener, un árbitro notable mantiene su actitud positiva por encima de las circunstancias. Dichos árbitros no se preocupan de los acontecimientos que están más allá de su control, sino que se sienten confiados de que harán gala de sus mejores cualidades. Si abordamos una designación para un partido imaginando que vamos a estar por debajo de nuestras posibilidades y sin creer en nosotros mismos, nos estamos preparando para un encuentro que se nos va a hacer muy largo.

8. DISFRUTE / MOTIVACION

Los árbitros memorables disfrutan inmensamente con su cometido. Este sentido de goce y diversión va muy unido a una actitud mental positiva y a sentimientos de vitalidad. Un buen arbitraje requiere buenas dosis de trabajo duro, dedicación y práctica, que proceden de un nivel alto de motivación, que a su vez está muy vinculado al disfrute. Si en un árbitro disminuye esa
sensación de pasarlo bien, le faltará la motivación para la práctica y el trabajo duro que precisa su tarea. El tema común a todos los árbitros que han retirado es que han perdido la sensación de pasarlo bien debido a las intensas presiones a las que se les ha sometido y a la falta de aprecio de sus esfuerzos.

Esta ausencia de diversión y motivación queda reflejada en la siguiente cita recogida de un árbitro:

"Yo me solía levantar con mucha ilusión en la mañana del día en que tenía que arbitrar.
No podía esperar a que empezase el encuentro porque disfrutaba de la
experiencia de verme inmerso en la acción. Pero conforme pasaba el tiempo me iba
resultando más difícil sentirme motivado para arbitrar, aunque se tratase de un
encuentro importante. No estoy seguro de que se debiese a las injurias recibidas
durante años por parte de entrenadores, jugadores, espectadores, o simplemente al
aburrimiento de hacer siempre lo mismo, una y otra vez. Por la razón que fuese perdí
el entusiasmo. Y cuando el arbitraje dejó de representar diversión me dije que era el
momento de dejarlo."

En resumen, las cualidades que tienen los buenos árbitros son realmente destrezas psicológicas que pueden aprenderse y practicarse. Desgraciadamente, como se ha comprobado con anterioridad, la formación tipíca de la mayoría de los árbitros pone énfasis en técnicas físicas. Pero las destrezas que distinguen a los mejores árbitros de los restantes son mentales, no físicas.

La adquisición de estas destrezas psicológicas nos supondrá esfuerzo denuestra parte. Pero con la práctica persistente aprenderemos a desarrollar nuestras destrezas psicológicas hasta el
punto en que podamos controlar nuestros estados mentales y emocionales, en lugar de sentirnos controlados por ellos.